Una
mañana de éstas aparece en el cielo una luna gigante que te ayuda a
prescindir de la luz eléctrica y a dar un paseo por el jardín muy de madrugada
sin tropezar. Escuchas un pajarito
cantor que te recuerda que vamos al encuentro del sol, aunque la noche todavía se muestre testaruda, pero las aves no se equivocan.
Una
mañana de éstas te despiertas y te das cuenta que el sol nos encuentra más
temprano y que no tienes que
encender las luces para desayunar,
aunque todavía sí para maquillarte; que
ya casi es el equinoccio de primavera y aunque te levantes a la misma hora que
antes, tienes la sensación de haber
dormido un poco más.
Una madrugada
de éstas, mientras el café sube, recoges
los periódicos con la ilusión de que en
primera plana aparezca una evidencia de
zarpazo a la corrupción, nuevos
nombres para dirigir los destinos del país o una reseña de homenaje a las dos juezas que se negaron a
suscribir la sentencia ésa del tribunal constitucional. Las mañanas todavía están
frescas y el pan caliente con mantequilla y café te insuflan energía. Entonces te vas al trabajo mientras el sol se despereza
con su fuerza acostumbrada. En esos instantes vuelves a darle gracias a Dios
por esas nubes de colores, después que leíste en la prensa que todavía por el norte sigue habiendo fríos
extremos.
Un
día de éstos, mañana por ejemplo, llegas
a tu trabajo, con muchos buenos días, tantos que alcanzarían para sustituir a
todos tus malos días. Te enteras de repente que a tu amiga la asaltaron
y que la amatista que llevaba colgando en
el cuello se la arrancaron, que el niño de tu amigo tiene bronquitis, que una
compañera de trabajo se hará una abdominoplastía cueste lo que cueste, pero que
no le cueste el marido. Otraamiga te cuenta que por fin le dieron la
visa y que entonces podrá ir al
congreso, pero que la biopsia de su amigo dio positiva y comenzará quimoterapia.
Cualquier
día de éstos te encuentras en un semáforo con un viejo amigo que hace tiempo no ves
y quedan para comer juntos. Y te llama tu hijo por teléfono para decirte que va
a tocar en un concierto y tu otra hija en la otra línea dice que consiguió el trabajo que quería
y entonces viene un Amet y te pega una multa por usar el celular mientras
conduces. En vano le explicas los motivos de las llamadas.
Una
de estas tardes te subes en el techo de
tu casa, en el cucurucho más alto, a contemplar y fotografiar atardeceres para
aprender a despedirte sin tristeza, te das cuenta que cada atardecer conlleva el mismo proceso, pero los resultados son diferentes si de belleza se trata. Desde allá arriba te imaginas viajando a toda velocidad sobre el
planeta tierra y regresando al día siguiente al mismo sitio.
Una
de estas noches después de un día cualquiera optas por tocar la guitarra y
aprender una canción nueva, no quieres ver la televisión, ni leer, ni corregir
nada, solo cantarle a la vida, al amor y al desamor. “Alabanzas” de Silvio
Rodríguez, esa es la canción de turno, dejas salir algunas lágrimas deformes que se desparraman por la cara y
ratificas que “alabada sea la mano buena para remediar”, que “el dolor es lumbre
de profundidad” y que “el que ayer te daba un beso ahora te trata de usted ” y
que “yo no quiero aprender eso ni al derecho ni al revés”.
Un
día de éstos te alegras a conciencia de estar viva, y de nuevo agradeces a Dios
que te ofrece la posibilidad de imaginar, reír, condolerte, admirarte,
extrañar a los que no están, seguir aprendiendo, sentir el apoyo de los
amigos…En fin apreciar lo variopinta que es la vida y la oportunidad de
vivirla a cada instante.
Un canto a la vida. Gracias Rosalina!!
ResponderEliminarun verdadera alabanza ala vida!! Gracias Rosalina por tan hermoso regalo!
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