Cada domingo
escribo para decir lo que pienso, lo que siento, lo que voy viviendo. Este domingo
he estado dando vueltas a varios temas, mas, no hallo por donde cogerlos. Falta impulso a mis palabras, entre un malestar estomacal y otro mental, han quedado atoradas
en la consciencia.
Cada domingo
escribo, para compartir mis cielos y mis infiernos, para decir lo que he encontrado
al rebuscar en los fondos de mis gavetas, para desempolvar mis contradicciones.
Cada domingo
escribo para ver si encuentro cómplices de esta aventura de tomar una linterna
y bajar al sótano, con la esperanza de no quedar espantada por ningún monstruo,
pero gozosa cuando aparece alguno.
Cada domingo
escribo para dejar mis días registrados, no por lo que hice o dejé de hacer
sino por aquello que construí en mi interior, por las aproximaciones que fui
haciendo a verdades que busco incesante y que sé que nunca asiré del todo.
Cada domingo
en su soledad, abrazo la mía, para tenerme conmigo y no dejarme ir en el tiempo
y sus premuras, sus afanes inmisericordes, y es así como escribo para no
perderme, para que mis palabras se entrelacen y me saquen del laberinto.
Pero este
domingo no he escrito nada, no quiero buscar nada o mejor dicho no tengo luz para encontrarlo. Tengo
muchos regueros en mi aposento interior y no tengo energía para ordenarlo, me
siento cansada. Otros domingos vendrán.
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