sábado, 7 de septiembre de 2013

Sensaciones, impresiones, evocaciones

A través de los sentidos viajan sensaciones que se acuñan  como impresiones en nuestro ser. Por suerte estamos en continua renovación  y  a través de los mismos sentidos y del intelecto, esas impresiones se transforman, de manera voluntaria o involuntaria.

Las impresiones provienen de eventos, circunstancias, experiencias agradables o desagradables que a su vez están vinculadas al sentido o a la combinación de sentidos a través de los cuales entraron a nuestra conciencia. Así, el olor y  la frescura de una madrugada de diciembre me evocan las mañanitas de mi pueblo y el encuentro jubiloso con gente querida. A su vez esta impresión me trae el aroma del té de jengibre que a su vez refuerza la otra impresión. Desde aquí se dispara el “ábreme la puerta que estoy en la calle…” y  los brazos abiertos con  sonrisa ancha de los anfitriones.

El perfume de las azucenas por su parte me produce una sutil alegría espiritual, propia de aquellos meses de mayo y  “ con flores a María que madre nuestra es”. Posteriormente mi mamá me contó que este aroma le traía recuerdos del funeral de su papá trágicamente muerto. Otros eventos en el caso de mi madre y las azucenas, se superpusieron sobre ése y le trocaron la nostalgia en  alegría,  ya que esas flores adornaban las celebraciones de primeras comuniones de sus hijos y nietos. Por  efecto de la empatía, cuando pongo azucenas en mi casa no solo recuerdo el mes de mayo, sino también a mi mamá y su sentimiento de serena nostalgia y al abuelo que no conocí.

Los mismos eventos, las mismas circunstancias u objetos pueden  provocar  sensaciones diversas en diferentes actores según su experiencia previa y las asociaciones que se susciten. Es difícil que un extranjero disfrute un mangú  de la misma manera que lo hacemos la mayoría de los dominicanos de cierta edad. Los plátanos que hierven en un fogón y el olor que se desprende de la leña o el carbón; los efluvios de las cebollas y el chasquido de los huevos al freírse en aceite bien caliente  nos rememora una cena  familiar salpicada de cuentos, risas,  sabores y amores.

No creo que el mangú por sí mismo le diga lo mismo a un turista, mucho menos si es servido en uno de esos bandejones  sin gracia de los resorts. Estoy segura que a ellos no les evoca nada, solo es un  puré cualquiera. Y es que el mangú  es un sabor cultural, sabe rico porque está asociado con rituales entrañables, donde participaron hermanos, tíos, abuelos, padres y otros seres muy queridos que nos rodearon de cariño y atenciones personalizadas.


Recuerdo de pequeña estar de visita en un campo aledaño a mi pueblo cuando por primera vez me percaté de verdad de que la miel de abejas era producida  por esos insectos  que veía juguetear con las flores. Allí me brindaron un panal de abejas con la miel chorreando (todavía se me hace la boca agua). Poder degustar un dulce natural que no hubiera sido cocinado era como un milagro. Mastiqué el panal hasta que se hizo como un chiclet. Este alimento lo asocio con aventura, sorpresa y con la generosidad de la naturaleza.

La música por ejemplo es una gran evocadora de sentimientos y una gran gatilladora de nuevas asociaciones e impresiones. Por ejemplo volver a escuchar “Imagine” de Lennon, me devuelve a tiempos de ideales compartidos. Si estuvieras  oyendo  una  hermosa canción en el momento que te vienen a buscar para darte una muy mala noticia, esa canción se trocará en ave de mal agüero y comenzará a ser asociada con tragedia. Por el contrario, cualquier vulgar  reguetón  podría sonar exquisito si es escuchado en el contexto de  una experiencia inspiradora
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En nuestro proceso de aprendizaje que dura toda la vida, incorporamos nuevos elementos a nuestra conciencia y reeditamos las impresiones: las corregimos, las enriquecemos, las transformamos… El aprendizaje significativo es una experiencia compleja que además de cognoscitiva  también es afectiva, sensorial y espiritual. Cada momento que vivimos recrea en  alguna medida una experiencia anterior que a veces es positiva y agradable y otras veces no. Interesante sería observar y examinar  la experiencia  previa, aquella que pudiera estar impidiendo que la experiencia actual sea fuente de gozo o de sentido, ventilarla  y sacarla a la luz, de forma tal que pueda dar paso a la nueva experiencia con su consecuente nueva impresión.



 

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