Vivimos sin duda encarando la realidad de cada día, pero también creando fantasías, sueños o utopías. Estas creaciones de la mente humana son saludables en la medida en que nos invitan a ser más libres, más completos y explorar posibilidades. No obstante, también pueden acarrear frustraciones y decepciones en la medida en que estas invenciones se intenten materializar sin tomar en cuenta los condicionantes que impone la realidad.
Según el diccionario de la Real Academia una fantasía
“es la imaginación en cuanto inventa y produce; ficción, cuento, novela o pensamiento elevado o ingenioso”.
Lo que a veces parece ser una fantasía puede ser una realidad. Por ejemplo es
fantástico cómo algunas personas multiplican
el dinero. ¿Cómo lo hacen? Eso es una realidad que si te la cuentan parece una
fantasía.
El sueño,
por su parte, según el mismo diccionario, “es
una cosa que carece de realidad o fundamento; en especial proyecto, deseo,
esperanza, sin probabilidad de realizarse”. Según esta definición, el que
sueña, concibe por un momento su sueño como realizable, aunque luego por sí mismo lo descarte u otra
persona lo haga volver a tierra. Por ejemplo, que la mayoría de la gente que incursiona
en la política lo haga con la finalidad de servir al pueblo que los elige y mantiene,
eso es un sueño.
La utopía,
tomando como referencia el mencionado diccionario es un “plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable
en el momento de su formulación”. Por ejemplo el metro de Santo Domingo en su fase de proyecto fue una
utopía, sin embargo ya es una realidad. Lo que seguirá siendo una utopía es su mantenimiento.
De los tres conceptos antes mencionados es la
utopía la más estructurada. Para alcanzarla se hacen planes estratégicos y a
veces se empeña hasta la vida. Los pesimistas no suelen generar utopías. Según
la misma definición la utopía es cosa de gente optimista. A los primeros, la
realidad les aplasta de tal forma que la realización de algo nuevo y bueno no
es posible ni siquiera en el futuro.
Por mi parte, como muchos de ustedes, tengo
fantasías, sueños y utopías. Mis familiares y mis amig@s conocen muchas de ellas. No me sería posible
vivir sin estos fenómenos mentales. Creo que lo conveniente es entregarse a
estos ejercicios y disfrutarlos, luego examinar sus posibilidades de adecuación
a la realidad y seguir viviendo con el ánimo y la esperanza que ellos generan.
Tengo como fantasía bailar un vals con un
apuesto príncipe. Cuando al atardecer contemplo un grupo de garzas volando, me
gustaría unirme a su plácido vuelo para reposar en la copa de un árbol. También
tengo fantasías siendo una oveja que pasta
serena sobre un prado muy verde.
Sueño despierta viviendo en una hermosa casita
de campo y siendo la maestra de la comunidad vecina. También sueño con dirigir
una gran orquesta de músicos tocando la pieza musical Schehrezade de
Rimsky-Korsakov, al tiempo que como esa mujer invento cuentos para prolongar mi
vida. Un sueño que me asalta cada vez que viajo por la carretera Duarte, alrededor
de Bonao, es abandonar mi carro e internarme por entre esas verdes montañas,
copiosas de árboles y neblina. Muchos
soñamos con un estado de derecho, pero nos asalta luego la pesadilla de abusos
e injusticias.
Utopías tengo muchas. Algunas dependen solo de
mí, por ejemplo cuando tenga más de setenta años quiero cuidar el rosal del
Jardín Botánico Nacional. Otras incluyen mis amig@s y me tengo que ocupar de
vendérselas. Algunas utopías ya las he comprado a un grupo de ell@s, por
ejemplo, fundar un hogar de personas amigas de tercerísima edad, alternativas y divertidas, para poder
acompañarnos y compartir locuras.
Otras utopías son compartidas por casi todo mi
pueblo dominicano, a saber, vivir en un país donde todos tengamos
oportunidades, respetemos los derechos y
cumplamos nuestros deberes, desarrollemos nuestros talentos y nos ayudemos a
resolver los problemas. Un país desde donde casi nadie quisiera marcharse.
Ojalá que ésta siga siendo la utopía de muchos y que cada día nos acerquemos
más a ella, pero tenemos que empezar por formularla, creer todos juntos que es
posible y con sinceridad trabajar para
hacerla realidad.
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