jueves, 23 de mayo de 2013

Mujeres en flores

Alelí
Rosa salvaje

La lingüística ha decretado a  las flores como seres femeninos. Por su parte la ciencia botánica las ha descrito como seres completos: con ovarios, estambres, pistilos, polen, pétalos y cépalos. Las flores, en su mayoría,  conjugan en su ser lo femenino y lo masculino. Aunque  en los seres humanos están presentes ambas energías, razones culturales y hormonales acentúan un género, a veces en detrimento de otro.

Ya que las flores se asocian normalmente con el género femenino, quiero hacer un homenaje a ese jardín de flores-mujeres, tanto a aquellas que riego a menudo, como a aquellas  que no alcanzo a cuidar pero que igual crecen bellas.  Quiero recordar además, a las flores que ya se han marchito, pero  su aroma todavía ronda  en las mañanas quietas. A todas la flores de este inmenso jardín  agradezco la generosidad de sus formas, colores y  perfume, que  llena mis días de alegría y plenitud.

Voleta africana
 
Gracias a las mujeres violetas: discretas y tímidas, tan solo un ramito de sus diminutas, pero sugerentes flores,  son capaces de colmar un día de esperanza e ilusión.
enredadera (no sé el nombre)
Clavel  canela

Gracias a las mujeres cayenas: abiertas y sencillas, sus acogedoras manos y su sonrisa sonora y colorida me invitan al regocijo y la espontaneidad.

Gracias a las mujeres hortensias: su pomposidad y esplendor me convocan a la formalidad y a una  serenidad redonda y digna.
Girasol

Gracias a las mujeres jazmines: la profundidad de su aroma hecha palabras y la naturalidad de su expresión llegan a lo más hondo de mi alma.

Gracias a las mujeres  claveles: esos  pequeños, de  rojo intenso y olor a canela. Ellas me invitan a acercarme,  husmear entre sus múltiples pétalos, suspirar y cerrar los ojos al tiempo que agradezco inmensamente su compañía.

Gracias a las mujeres orquídeas: su delicado olor me transporta a otras latitudes, su elegancia y belleza es un motivo de admiración, es un honor tenerlas en mi jardín.  

Gracias a las mujeres rosas: la complejidad de su constitución me atrae, las espinas de sus tallos me hace respetarlas y la hermosura de sus flores en cualquiera de sus estadios son uno de los magníficos regalos de mi existencia.

Gracias a las mujeres alelíes: profusas y expresivas, de dulce aroma  y sólida resistencia;  su presencia solidaria, sin importar el calor ni las inclemencias,  me aportan seguridad y firmeza.

Gracias a las mujeres coralillos: compañeras de caminos y andanzas, su alegría y cariño incondicional es un desafío en los días nublados o excesivamente calientes.
 
Gracias a las mujeres geranios que en las paradas del camino me han brindado agradables y significativas conversaciones que todavía llevo en mi corazón como un tesoro.

Gracias a las mujeres petreas que se derraman en  abundante inteligencia y afecto, son de complejos tallos y profundas raíces que buscan el agua aunque yo no las riegue.
 
Petrea
Gracias a las mujeres caprichos, de pétalos brillantes y variados matices,  porque me han mostrado sus vulnerabilidades. Las cuido de los excesos de  sol y agua y mimo sus tiernas raíces. Me reciben gozosas al  encontrarme con ellas.

Geranio
Gracias a las mujeres pascuas, las que una vez al año se hacen presentes,  llenan los espacios vacíos, extienden sus brazos  y cantan inolvidables canciones,  sería imposible que faltaran en mi jardín.
Ilusión Haitiana

Arbol de la dicha

En fin, gracias también a  los anturios, los lirios, la ilusión haitiana, las azaleas, los azahares, los narcisos y gíngeres, las trinitarias y almiras, las bellacima…Todas ellas tienen una especial y única presencia en este itinerante jardín. Hombres y mujeres, gente de buena voluntad y alma sensible  que han habitado en este rico y diverso jardín. Gracias  a todos y todas aquellas que me han permitido ser una flor en su  jardín particular. 


Coralillo





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