La fe en una utopía impulsa
a una visión que traza un proyecto. Todo
tiene su punto de partida en un sueño, aunque sea borroso. Contar los sueños
ayuda a perfilarlos, ya que otras personas
similares y desiguales a nosotros colaboran en dibujar sus contornos.
Soñar no es de
románticos, sino de valientes. Soñar no es de cínicos, sino de
optimistas. La valentía y el optimismo se apoyan mutuamente, la risa y la
empatía los acompañan. La risa es la evidencia de que las cosas están fluyendo, que se
acomodan en la marcha, aunque no resulten tal cual se sueñan. La empatía por su parte
sugiere que todo sueño tiene sus cómplices.
Tal como las estaciones los seres humanos y las sociedades
tenemos nuestras épocas de invierno. Todo parece inerme y sin vida. Nadie con juicio podría creer que algo milagroso está por suceder, que algo se cuece en el interior de la tierra
y de los árboles. Algo que está en la programación genética de los seres vivos
los impulsa a renovarse y vestirse de verde
como sucede a las plantas al llegar la primavera.
La primavera no tiene miedo, se aventura y confía en sí
misma. Se abre paso en el invierno, en el sucio deshielo. La primavera ocurre
como un milagro, irrumpe en lo imposible
y se afirma. La primavera no se retrae,
no reprime su ímpetu, se deja llevar y entre vientos y lluvias
expresa su energía. La primavera es el mejor símil del amor humano, no puede
esperar para expresarse.
Lo contrario del amor es el temor que retiene, se
encoje y huye porque no confía en la utopía. Prefiere no soñar para no tener
que ajustar el sueño. El temor nos vuelve desesperanzados y pragmáticos. El temor desde
el punto de vista biológico es una defensa del organismo cuando percibe una
situación adversa. A veces
sobredimensionamos la adversidad.
Si la primavera temiera no hubiera flores que pronto
marchitarán por los implacables aguaceros. Si la primavera dudara de las
plantas y sus nuevos brotes, se quedara agazapada y dormida en el lecho del invierno.
Pero las flores insisten como un eterno milagro, pujan por salir, surgen de
forma misteriosa de un manojo de hojas monocromáticas.
Confiemos en la primavera, aunque nos encontremos en un duro invierno. Hay que ser como la primavera, nombrarla y hacerla nuestra, así podremos soñar, proyectar, construir.
Rosalina que hermoso!!
ResponderEliminarMe llena de energia y alegria !!
Continua sacando estas hermosas refelxiones de tu alma y que bueno que la comparte!!
Gracias, gracias por estos hermosos regalos!!
Me encanto entrar a este blog. Es maravilloso leer cosas positivas y nutrirse de ellas para continuar este camino de crecimiento. Mil gracias, Mechy, por compartir este detalle conmigo.Arelis
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