Desde todos los tiempos hay motivos de esperanza y desesperanza. Imagino los años del nacimiento del niño Jesús por allá por los tiempos del imperio romano. Un César Augusto ambicioso y un Herodes megalómano y cruel. Pero también había unos sabios de oriente que atraídos por una estrella buscaban el conocimiento. Pasó que el malvado de Herodes quiso confundir a los sabios, quienes por suerte, según las escrituras, no regresaron por el mismo camino para evitar dar noticias a Herodes.
Ocurrió también entonces, que hubo posaderos que no
quisieron dar alojamiento a la familia de Jesús que bajaba de Nazaret a Belén a
empadronarse. Sin embargo, estuvo disponible un refugio de pastores, calentito,
con una fogata y el aliento de una vaca y un burro. Lo bueno y lo malo conviven
en un mismo tiempo y espacio, en una misma situación, en una misma persona.
Los dos lobos de la fábula, el bueno y el malo, cuál será
más fuerte? El que se alimente mejor. Trigo y cizaña, inseparables por naturaleza.
Parábola profética predicada por Jesús en aquel tiempo. Ambas hierbas crecen
juntas, es más, hasta se parecen, están entrelazadas por las raíces. Al final
se sabrá, dice la parábola. A veces lo que parece una obra buena es en el fondo
un acto de egoísmo o de exhibicionismo. Por el contrario un no dicho a tiempo
puede parecer reticente cuando no es más que un acto de sinceridad.
Cizaña y trigo, hay biólogos que afirman que la primera le
aporta nitrógeno al segundo a través de las raíces que permanecen entrelazadas
y que por eso es tan difícil sacar una sin estropear la otra. A veces la
evidencia de la maldad es lo que estimula un acto de bondad. Por ejemplo cuando
una persona ha experimentado un gran dolor, éste se constituye en el acicate
para la creación de un movimiento que trate de evitar o paliar dolores como
ése.
Que crezcan juntos la cizaña y el trigo, no hay que temer,
es algo natural. En educación sucede que
tanto queremos pulir y arrancar las malas actitudes, juzgadas como tales por
los que educamos seamos éstos padres o maestros, que terminamos aplastando lo
bueno que a veces está tan íntimamente relacionado con lo malo. Peor aún a
veces nos equivocamos y arrancamos algo virtuoso que por la cultura ha sido tachado
de defectuoso. Por ejemplo jóvenes juzgados como indisciplinados que solo
buscaban ser críticos y creativos. Así mismo niños sumisos que fueron alentados
en esa condición solo porque favorecía la posición del adulto de turno.
Qué difícil es la vida! Sí, porque conviven juntos todos los
contrarios, por tanto, a mi juicio, ni hay que alegrarse demasiado ni tampoco entristecerse
hasta el extremo. Olvidarnos de los purismos, ser realistas, que quiere decir apreciar todo lo bueno que nos circunda y también mirar
lo perjudicial. Creo que hay que observar
mucho, concluir poco, reír bastante, hablar mesuradamente, escuchar ampliamente,
vivir, mucho vivir, afilar eternamente la consciencia, tener esperanza siempre, siempre, y tratar de optar por la bondad, humildemente, porque
pudiéramos estar equivocados.
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