miércoles, 12 de noviembre de 2014

El aburrimiento constructivo

La ociosidad se ha satanizado, unos dicen que genera vicios y  otros se  avergüenzan porque  pudiera parecer que están "en malas”. El aburrimiento en su acepción original pudiera venir como consecuencia de la ociosidad, cuando ésta no se sabe disfrutar. De hecho  no todo el tiempo estamos ocupados ni envueltos en alguna actividad excitante o productiva. Hay ocasiones en que el espíritu descansa  en un entretiempo para coger impulso y  para llenarnos de energía del solo aire.  

Los maestros orientales recomiendan la meditación para aquietar el alma. Sugieren dejar pasar los pensamientos y sentimientos, sin darles cabida, pero tampoco rechazarlos, sencillamente verlos y despedirlos con tranquilidad. 

Vivimos una época  de exceso de estímulos y actividades, sin embargo muchos  niños y jóvenes se quejan de que están aburridos. Y lo peor es que culpan a los mayores  por ello y éstos se sienten mal porque implícitamente los están acusando de falta de creatividad o de carencia de dinero para proporcionarles diversión.

Ciertamente en esta época deberíamos aburrirnos menos que antes, pero el aburrimiento no depende de factores externos sino del tedio y sin sentido de la vida propia. Existe la creencia  de que cualquier huequito libre es preciso llenarlo de emoción. Bertrand Russell, premio Nóbel en el 1953 ya  planteó en ese tiempo el miedo al aburrimiento, según él  para exorcizar este miedo la gente se llena de mecanismos excitantes. Dice  que  "el exceso de excitación no solo perjudica la salud sino que embota el paladar para todo tipo de placeres, sustituyendo las satisfacciones orgánicas profundas por meras titilaciones, la sabiduría por la maña y la belleza por las sorpresas picantes". Pero también afirma que demasiado poca excitación puede provocar ansias morbosas.
  
La sensación de aburrimiento podría ser constructiva si nos permitimos incubar ideas y madurarlas, reflexionar sobre asuntos aparentemente intrascendentes, inventar. Tantos niños del  pasado realizaban inventos y diversiones a su medida y estilo, a causa del ocio. El aburrimiento constructivo podría dar lugar a ricas conversaciones, a la preparación de deliciosos platos, al disfrute de maravillosos mundos imaginarios, a la degustación de jugosas lecturas y muchos otros proyectos.El miedo a aburrirnos nos lleva a buscar continuamente el consumo de actividades que terminan desgastando nuestros sentidos. Russell hace un llamado a la vida de la tierra, a su ritmo, a sus estaciones.


No hay que preocuparse de estar aburrido siempre y cuando este sea un estado transitorio. Sin embargo el constante aburrimiento es síntoma de una vida vacía. La  constante excitación puede dejarnos exánimes. La felicidad se parece más a la alegría  que conjuga los sentidos en las experiencias que la vida nos va brindando. Esta alegría casi siempre es serena, tiene relación con  vivencias sencillas  e íntimas y deja una larga estela que perdura. La excitación puede ser explosivamente pasajera.  El aburrimiento constructivo puede ser serenamente  alegre, es el profundo disfrute del solo ser.  

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