domingo, 16 de febrero de 2014

Acerca de "Los sueños" de Kurosawa

Los sueños son el tesoro de nuestro ser inconsciente y ponen de manifiesto una vida “nocturna”  llena de símbolos que tiene relación con la vida “diurna”. Los sueños  representan nuestros temores y  deseos más íntimos. Carl Jung, estudioso de los sueños decía que los sueños reflejaban el inconsciente personal y también el colectivo.  Aunque los arquetipos son universales, en los sueños se traducen  en símbolos personales y  culturales.

Recientemente  vi  la película “Sueños” del japonés  Akira Kurosawa, en la cual  relata ocho sueños. Estos son arquetípicos en la medida que corresponden a etapas evolutivas del ser humano y a grandes cuestiones humanas que nos asaltan y preocupan.Cualquier persona de su sensibilidad, de su cultura y de su época hubiera podido tener sueños similares. Es más, en otras latitudes también hemos soñado historias similares con símbolos de nuestra  cultura.

En los dos primeros sueños nos enfrentamos  como  niños al tabú  y  a las cargas hereditarias  de nuestros ancestros. En el primero, un niño (quizá el mismo Kurosawa) enfrenta uno de los mitos de su cultura y por eso se expone a morir. Al asumir valientemente el reto se encuentra con un campo de flores y un arcoíris liberador. El niño del segundo sueño tiene que enfrentar con lágrimas los fantasmas de unos árboles de duraznos que han sido talados por sus antepasados. La prueba de autenticidad de la conmoción del niño es cuando expresa frente a los fantasmas: yo puedo comprar un durazno, pero no puedo comprar la visión de  todos los árboles florecidos. Renace entonces la esperanza de que ese niño pueda recomenzar lo que sus padres han estropeado.

El tercer sueño  narra, a mi juicio, las luchas que estamos a punto de dejar justo cuando nos encontramos a la puerta de una solución. El cuarto sueño es el encuentro de un joven con Van Gogh y su  arte, que seduce, perturba  y  enriquece.  Van Gogh enloquecido le dice que la belleza es tal que se encuentra perdido  dentro de ella.Los  quinto, sexto y séptimo sueños son apocalípticos: la guerra, la destrucción, las mutaciones fruto de las explosiones nucleares  que amenazan con desnaturalizar  al ser humano.

El octavo y último sueño narrado, tal y como sucede en el último movimiento de la Pastoral de Beethoven, es un canto de esperanza y gratitud. Hay un clamor por volver a la naturaleza, de la cual somos parte. El joven encuentra un anciano trabajando en al amarre de la rueda de un molino. El anciano dice que los científicos, con todo su intelecto, no han comprendido el corazón de la naturaleza. Este último sueño es representado por  unos molinos de agua, flores, quietud, trabajo acompasado, celebración de la muerte como culminación de una larga vida.  


 Reconstruir nuestros sueños es de gran riqueza para el conocimiento propio y compartirlos nos hace conscientes de cuánto tenemos en común con otros seres humanos.
   


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