Estamos viviendo el momento, creo que no somos tan conscientes de lo que ahora estamos sembrando; mucho menos de lo que van a cosechar nuestros bisnietos y tataranietos. Somos como barriles sin fondo, nunca podremos llenar nuestro barril si no arreglamos el fondo, si no reparamos en el fondo.
Formamos parte de una sociedad que se
presenta como ultramoderna en la tecnología, en la moda, en la arquitectura, en
la comida…sin embargo carece de servicios elementales para todos los ciudadanos,
sostiene ideas y prejuicios de siglos pasados y maneja sus instituciones al
margen de criterios institucionales.
Juan Bosch en su libro “Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo”,
plantea que el Trujillo que toma
posesión de los destinos del país en el 1930 se comenzó a gestar en el 1493,
cuando los Colón y Toledo fundaron en las márgenes del Ozama una corte
cuasireal y con ella una sociedad de castas. Las motivaciones del dictador en
ciernes, fueron constituirse en el jefe máximo de toda la nación, para
pertenecer por decreto propio al
grupo de gente de primera del cual se sentía excluido de forma determinista.
Algunas veces se buscan puestos de
mando en pos de autoafirmación. A veces se mal usa el poder para buscar alivio
a una intranquilidad interior generada por el sentimiento de poca valía. El
caso de Trujillo por ejemplo, según Bosch, fue de una baja autoestima por no
poder participar de los privilegios de la clase de primera de su tiempo. Esto
lo llevó a erigirse como el primerísimo y a colocar a todos los demás bajo sus
designios.
De la misma forma otras necesidades
recónditas se movilizaron en el Dr. Balaguer, Leonel Fernández, Hipólito Mejía, entre otros,
a la hora de ejercer el poder. Ellos subyugados por sus necesidades y
carencias, ejercieron el poder ajenos a la misión que les había conferido el pueblo
y la constitución.
En su tesis el prof. Bosch plantea que
Trujillo pudo haber contribuido a la abolición de las castas (gente de primera
y gente de segunda) en el país, precisamente a partir de su sufrimiento
por la exclusión. Sin embargo se constituyó en jefe máximo, acumuló fortuna y
reprimió para seguir gobernando. Se colocó en primera fila para hacer sentir
a otros en la segunda. Pensaba que así se libraría del fantasma de la
mediocridad y la inferioridad. Nunca logró curarse de esos males, más bien se
los contagió a muchos que todavía lo sufren y que sin conciencia lo van
transmitiendo a otras generaciones.
Ciertas personas se pasan su vida
entera persiguiendo SER artificialmente algo para llenar vacíos o
carencias internas. Por más que luchen por satisfacerlas por medios
externos no podrán lograrlo. El fondo del barril se repara a base de
conciencia, conciencia del dolor, con
dolor y sin anestesia. Tocar fondo
y llegar a la propia realidad que duele y a veces no huele bien es tarea ardua.
El no trabajar adecuadamente la
sutura de las heridas conlleva más heridas a las personas que nos rodean, aun
sin que nos demos cuenta. Soy educadora y tantas veces he oído decir a padres
sobre todo hombres “a mí me dieron muchos golpes y yo no tengo ningún trauma”.
A veces he dicho: ¿Usted cree?... No hay peor trauma que el que se desconoce.
Gente de primera o gente de segunda,
no es cuestión de puestos ni de cuántos hombres y mujeres tengamos en nuestro
regimiento, más bien es asunto de si nuestras acciones son vehículos de vida, y
de cuán congruentes sean nuestros actos con nuestros pensamientos y sentimientos.
"El hombre superior ama su alma; el hombre inferior ama su propiedad". (Lin Yutang)
Y solo entendiéndose y aceptándose a una misma con su historia y sus particularidades; podemos aceptar a la otra persona y amarla desde su mismidad. Cuán cierto aquello de que nadie puede dar lo que no tiene! Sin embargo si tus cicatrices en algún momento te duelen porque no aceptas aún las heridas que las produjeron; las enseñanzas que trajeron consigo. Vas por el camino de la vida arrastrando amargura, arrastrándola como un pesado fardo y dejando espinas en lugar de flores hermosas, sencillas, sabias.
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