martes, 23 de julio de 2013

No habría madres si no hubiera padres

“Madre hay una sola” dice el dicho y también podemos decir que padre hay uno solo.  Ambos son imprescindibles y necesarios en la vida de una persona, cada uno, o sus figuras sustitutas. Padre y madre son una mutual aunque estén separados.
Ninguna madre, por despecho o amor mal entendido, tiene el derecho de robar a los hijos el amor de su padre, ningún padre por amor posesivo tiene el derecho de quitarles a sus hijos la presencia amorosa de su madre.
La madre fortalece son su ternura y con la disciplina. El padre ennoblece con la disciplina y también la ternura. Ternura sin disciplina y disciplina sin ternura son bombas de tiempo  para la convivencia humana. Los padres son tan importantes como las madres para enseñar a amar, a soñar y para aprender  la convivencia solidaria.
Podemos criarnos sin padre o sin madre pero la cordura depende del equilibrio con que desarrollemos la energía masculina y la femenina. La energía masculina no es privativa de los hombres ni la femenina privativa de las mujeres, ambos poseen las dos  y  la capacidad de cada persona  para ser feliz está relacionada positivamente con el desarrollo de estas dos energías.
Los padres son tan necesarios como las madres. A veces sucede que  en ausencia de los padres las madres pueden cometer el error de adoptar a sus hijos varones como esposos o  sobreprotegerlos hasta sustraerles sus cualidades propositivas y asertivas.
Un  padre pudiera estar  ausente del espacio físico de sus hijos pero presente totalmente en su universo interior. Un padre puede dormir en la misma casa que sus hijos y ser un extraño emocionalmente.
Un padre puede enseñar tolerancia y compasión   así como una madre puede enseñar el valor del trabajo y el respeto a los demás.
Padres y madres no viven a la vez las mismas estaciones, por eso la riqueza de los hijos está en vivir la diversidad de las estaciones por las que van pasando  cada uno.
Madre  y padre no son complementarios, son seres completos en sí mismos y únicos,  los ingredientes que los hacen ser efectivos en sus roles están mezclados en diferentes proporciones.
Madre y padre se realizan en su eterno rol cuando sus hijos consiguen guiar su vida en forma autónoma y expandiendo sus dones y cualidades.
Ojalá  en nuestro país hubiera tantos verdaderos padres como verdaderas madres.  Quizá sería mejor   tener padres más ocupados de sus hijos y  menos preocupados por su manutención. Ojalá que  celebremos a los padres tanto como celebramos a las madres, cuando esto suceda entonces seremos mejores personas y mejores ciudadanos.

    

lunes, 15 de julio de 2013

La mesa de comer



La familia es un núcleo sociocultural cuyos miembros se relacionan  mediante el  afecto. En la familia se  inicia el aprendizaje de valores, tradiciones y costumbres. En la familia aprendemos a expresar los sentimientos, se potencian nuestras cualidades y también se generan muchos de los problemas que tenemos, pero también se encuentran las claves para sus soluciones.

Recientemente leí los resultados de un estudio que muestra los beneficios para los niños y adolescentes de comer en familia,  tanto para su estabilidad emocional como para sus resultados escolares.

La mesa es el punto de reunión por excelencia de una familia. Alrededor de la mesa se congrega la familia para nutrirse, para discutir y  contrastar opiniones. Ya que la familia está envuelta en una actividad de interés general como lo es el comer, todos están atados a ese espacio a una hora determinada  y durante un tiempo que varía de familia en familia.

El acto de alimentarse se convierte en un ritual que trasciende las meras funciones del aparato digestivo. El comer juntos crea un sentido de pertenencia. Cuando se quiere decir algo de interés para todos se aprovecha la hora de almuerzo o cena. Los hábitos alimenticios de toda una vida se inician en la mesa. Las costumbres acordadas en un grupo social acerca del manejo de los instrumentos para comer se aprenden en la mesa. El amor también se expresa en la mesa, comenzando por el menú que se ofrece.   

El estar congregados alrededor de una mesa da la oportunidad a cada miembro de una familia de expresar sus sentimientos. A la par que se saborean los alimentos se están procesando consejos, conflictos,  disgustos y también se están instalando valores. A la mesa se traen los sinsabores del día así como también los logros y alegrías, creando así un espacio para la solidaridad.

¡Tantas cosas han cambiado en nuestro mundo que pretende ser desarrollado! Cada cual va comiendo a la hora que va llegando. La televisión a veces es la compañera de muchos en su hora de almuerzo o cena. En algunas familias la mesa para comer va quedando para un día de domingo con visita.

La mesa para algunos como yo, ha sido el prisma a través del cual se ha observado  la dinámica familiar. La mesa es el espacio donde se han construido en gran medida los lazos afectivos. Nuestra mesa se compró sin saber si sus puestos iban a ser llenados. Como  pareja llenos  de ilusión, inauguramos una mesa a la que le sobraban  cuatro sillas. Poco  a poco se fueron ocupando los puestos con caritas sonrientes o a veces llorosas. Se ocupó la primera silla, quedaban tres lugares, luego dos, se ocupó otro puesto y restaba uno, quién sabe si se llenaría ese espacio. Hubo sensación de plenitud, llegó quien faltaba. Los seis espacios se ocuparon y cuán bien ocupados!

El "lávate las manos" y "coge bien el tenedor", mandato diario. Todo el mundo hablaba al mismo tiempo. La profusión de anécdotas escolares era tal que había que levantar la mano para hablar. El disgusto de algunos frente a un molondrón era natural. Una risotada que dejaba escapar un grano de arroz. Un vaso de agua que se derramaba. La voz que se levantaba más de lo acostumbrado. La expectativa del postre…y tantas cosas cocinándose además de la comida.

Años después la mesa refleja la dinámica natural de las partidas. Los puestos se van desocupando y la gente no se lleva su silla. Los espacios quedan vacíos, esperando cobrar vida de cuando en cuando. Pero la mesa tiene sus huellas: de números y letras que quedaron grabados sobre la madera al hacer las tareas, del cuchillo que la rayó tratando de partir un queso, del anillo que la marcó al hacer un gesto con la mano, del jugo de naranja que se derramó y la manchó. Nuestra familia se construyó alrededor de la mesa.

  



lunes, 1 de julio de 2013

La magia de contar, escuchar y airear historias familiares






Siempre me ha gustado que me hagan cuentos y también me gusta contarlos. La fantasía se me infla como un globo que me pone a recorrer otros mundos imaginarios. Lo que para el otro es pura realidad, para mí es fantasía y viceversa. Una y otra se intercambian y se mezclan.

Un cuento, sea de verdad o de mentira, te gustará más si de una u otra manera alude a un pensamiento, situación o sentimiento que te son familiares. Cuando una narración te suscita otras fantasías, es porque está compuesta de pequeñas realidades y símbolos que remueven tu inconsciente individual o colectivo.

Todas las familias poseen un entramado de anécdotas, sucesos que pasan a formar parte del inconsciente familiar. Experiencias vividas por los tatarabuelos pueden condicionar la actuación de un tataranieto. Mientras menos se cuenten los sucesos familiares, más propenso se estará a su influencia, porque los cuentos que no se cuentan están más vivos en las personas mismas, que aquellos que a fuerza de contarse se objetivan, se transforman, se lloran, se ríen y salen  a formar parte del torrente de la vida.

Las células de un cuento tapado se van reproduciendo como un tumor en los miembros más débiles de una familia. Este cáncer no muere con sus protagonistas, al contrario, cobra más vigencia en los que se quedan. Más aun,  si no existen escritos que pudieran  aclarar realidades fantásticas, las fantasías se vuelven realidades.

El que quiera conocerse a sí mismo ha de penetrar al anecdotario de su familia, por más doloroso que éste sea. Muertes provocadas o accidentales, traiciones, infidelidades, varias damas de un solo caballero, engaños en repartición de herencias, hambrunas y pobreza extrema, maltratos y abusos, suicidios, novias abandonadas a punto de casarse, embarazos fuera del matrimonio, parientes dementes o alcohólicos, enfermedades vergonzosas en la época y las famosas cuarentenas…y otras tantas realidades fantásticas que se han de conocer.

Esos fantasmas presentes solo pueden exorcizarse si son llamados a sentarse a la mesa o si se aprovechan noches de luna llena o de  apagones para conversarlos. Agustina, el personaje de la novela “Delirio” de Laura Restrepo, pudo salir de su locura cuando su esposo propició la narración y conocimiento de  las anécdotas de sus antepasados que pesaban en su conciencia como si ella hubiera sido la protagonista.


La magia y la salud están en agitar las aguas estancadas para que fluyan, y también en dejarlas reposar  para que se aclaren. La magia y la salud están en rumiar las historias, pero terminar por tragarlas y digerirlas. La magia y la salud están en ir rellenando con sabiduría las líneas en blanco y  llorar…para después reírse de sí mismo llorando.