
(A mi hijo Mario Manuel)
Rastreo mi nueva afición ( no tan nueva) para engancharla como eslabón en la cadena de mi vida. Buscar, mirar, descubrir, sobre todo en los eventos naturales que ocurrían en el cielo, en la tierra, en el aire, en los árboles, en las flores etc….Una hojita que no había sido mojada, una lombricita de tierra, un gusanito que se enrollaba, unos honguitos amarillos que nacían alrededor de la mata de limoncillo, los primeros botones de flores de guayaba en un árbol que paría por primera vez, los insecticos rojos que pululaban en un árbol (y solo en ése) de la casa de mi vecina, las cerezas todavía verdes, la alegría del primer brote de un lirio pujante en la casa de mi abuela, las estrellas que se fugaban y la serpeteante Vía Láctea en el cielo nocturno en mi pueblo de Moca, tantas veces apagado.


El arte fotográfico es un arte solitario, es más, diría que
es una meditación y un diálogo entre el objeto-sujeto y el artista. Es un
ejercicio de intimidad, y también un soliloquio donde a veces se le habla al objeto que
se convierte en sujeto. “Quédate quieta ahí, no te vayas, no te muevas…” “vuelve
por favor…” “no te voy a hacer nada”. Las emociones internas de poder llegar a
un acuerdo y resolver lo que uno se plantea como un problema y un objetivo, varían desde la decepción, la tristeza, admiración, o una alegría desbordante que puede ir
acompañada de un grito o una sonrisa.
Aunque se esté rodeado de personas, en una excursión por
ejemplo, el artista crea su propia atmósfera particular donde todos los ruidos ajenos
al sujeto-objeto y su situación, se dejan de escuchar (mejor aun si no los hay)
y solo queda vivo ese círculo mágico enmarcado, que se ha definido como
contexto, texto y pretexto.
Hacer fotografía es una meditación, te olvidas del pasado y
del futuro. Es el mejor ejercicio del aquí y ahora, estás completamente
concentrado en lo que buscas, en lo que encuentras, en el cómo vas a capturar
el momento, cómo vas a realzar lo que ves con los ojos, cómo lo vas a
transformar a la vez que respetas su esencia. Cómo lograr que ese ser o
situación aparentemente anodina, cobre
la importancia que le estás dando con tu corazón y tu mirada.
Lo que miras se comunica contigo y se conecta con otros
aspectos de tu ser aunque pase imperceptible aun para ti o los otros. Nadie pone
sus ojos en algo porque sí. Hay una resonancia en el alma y en el cuerpo. A veces lo que apuntas con
los rayos de tus ojos y luego con el lente de la cámara, responde a
inquietudes, a preguntas que no te has formulado con palabras y que quedan respondidas en la fotografía. Por
eso los intereses cambian y las fotos también. Así como se vuelven a recorrer
los mismos caminos sin fin, pero en cada pasada con un poco más de conocimiento
y consuelo.
