Algunos días me he
unido a las protestas en contra de la corrupción en las cercanías de OISOE.
La corrupción en esa institución fue tan evidente que llevó a una persona al
suicidio. Ahora bien, ya se sabía que una
oficina como ésa se podía prestar para eso, es poner pólvora en manos de un
pirómano. Hay muchas modalidades de corrupción estatal, pero tambièn las hay de
muchos tipos dentro de las instituciones bancarias y empresariales. Es más, me
atrevería a decir que hay algunas formas de corrupción que están legalizadas, por ejemplo,
a nadie lo llevan a juicio por percibir un salario exorbitantemente alto, o elevados beneficios a fin de año como ocurre en algunas instituciones bancarias. Son tantos los gastos internos que tienen, que no permiten bajar los intereses ni los porcentajes de las tarjetas de crédito. Todo esto atenta contra la equidad y justicia social.
La corrupción lo corrompe y desmoraliza todo, esa es su
función, que nadie tenga autoridad para decir nada, ni reclamar nada, es más ni
el presidente, o jugamos todos o se rompe la baraja. El embajador de los
Estados Unidos ha dado una voz de alarma, sin abstracciones, ha puesto ejemplos
y casos que aunque no tengan nombre y apellido tienen ciudadanía y están
tocando una fibra sensible para la economía, las inversiones.
La corrupción es legítima porque: -es validada por las
mayorías que ejercen el poder y sumisamente por quienes lo sufren, - no es perseguida
por la justicia y -porque es el mejor
modo de que los procedimientos caminen. Y si es legítima ¿quien la desligitimará?
Me temo que estoy desesperanzada, yo también estoy
involucrada. ¿Quien podrá identificar la
corrupción y quién se atreve a
denunciarla concretamente, hasta la autodenuncia?, es una especie de inmolación,
de suicidio. Mientras tanto hay que protestar a ver si las palabras penetran en
la consciencia y de ahí impactan a la acción.
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