La amistad es una relación recíproca que une dos personas por
lo menos en un aspecto de la vida. La
reciprocidad enseguida la convierte en un ejercicio de complicidad más o menos serio
según las áreas del ser que queden comprometidas. Según Octavio Paz en su
ensayo “La Llama Doble”, la amistad es
un proceso que ocurre a lo largo del tiempo, no así el amor que puede ocurrir
de un flechazo.
La amistad puede nacer de la afinidad de intereses. Por
ejemplo si me gustan las plantas puedo hacer amistad con un jardinero, amistad cuyo punto
focal se basa en el interés por las plantas y en el cuidado de éstas. El abono
de esta amistad son las plantas y es posible
que jamás hablemos de nada más fuera de ese tema. Ahora bien ese puede ser el
punto de entrada a una amistad más abarcadora si me intereso por otros aspectos
de su vida como podrían ser por ejemplo sus hijos, su esposa etc. Así mismo
puede nacer de la afinidad de los valores y las ideas o de los sentimientos en
común.
Octavio Paz plantea que la amistad “nace de la comunidad y
de la coincidencia en las ideas, en los sentimientos o en los intereses. La
simpatía es el resultado de esta afinidad; el trato refina y transforma a la
simpatía en amistad”. Cuán ancha y honda sea esta comunión así será de profunda
y abarcadora esa amistad.
Tengo muchos amigas y amigos pero cada amistad
es diferente, cada relación tiene características diversas. Algunas de comunión de ideas o de sentimientos
afines, o de intereses en común. Ahora bien con los mejores amigos quizá tendremos las tres: ideas, sentimientos e intereses. Si el espectro es abarcador
necesariamente le dará más solidez y riqueza a la amistad.
Hace muchos años en el contexto laboral hice amistad con una
persona, generamos mucha complicidad al reír y comentar asuntos laborales y
personales delicados. Un día le dije:
Fulana, prométeme que aunque fuéremos enemigas algún día, jamás dirás estas
cosas. Espero que así fuera, al cambiar de trabajo nos alejamos y por razones
diversas no dimos alimento a nuestra amistad. Aun así, he sido fiel a aquella
amistad, a ese espacio de vida donde floreció esa relación.
Los tipos de amistad son como aquel juego de los
bombillitos, se pulsa un dispositivo por un lado y se enciende un bombillito
por el otro. No sé si algunos recuerdan este juego que había cuando yo era una niña. La amistad será más rica y abarcadora cuantos
más bombillitos puedan encenderse mutuamente. Es verdad que hay amigos que ves anualmente como mucho, sin
embargo se mantiene una relación de amistad, pero a veces me ha pasado que hay
bombillitos que se queman. Me pasa con algunas amigas y amigos, hay lucesitas que encienden y otras que ya no prenden,
me imagino que es mutuo, dado el principio de que la amistad es recíproca. Nos
colocamos uno de otro a la misma distancia y nos vamos acercando o alejando
también al compás.
En mi trabajo con los adolescentes, sobre todo cuando era
orientadora, trataba mucho este tema. Una queja común entre ellos es que el
otro lo ha traicionado, sobre todo se da entre las niñas. Y es que hay una que
le hace a la otra unas confidencias muy grandes así de repente. La otra
recibe estas cuitas sin estar preparada y sin el debido aprecio porque no se
siente amiga. Pues claro, entonces se lo dice a su otra mejor amiga. La otra se
siente traicionada, pero es que no había una amistad construida, solo hubo una
necesidad o una afinidad momentánea, pero no una amistad cuya condición es el
tiempo y la paulatinidad. Es más, Aristóteles decía que la verdadera amistad es
cosa de la madurez, que entre los jóvenes parece fácil hacer amigos, pero que de la misma manera deshacen su amistad.
No es condición de la amistad el ser iguales, reaccionar
iguales, procesar iguales, comportarse iguales…. Todo lo contrario a veces existe
cierta complementaridad en la amistad, y hasta cierto punto una admiración de
las diferencias. Octavio Paz en el libro ya citado, dice que Montaigne al
tratar de explicar la amistad que lo unía
al poeta Etiene de La Boétie dijo: “Porque él era él y porque yo era yo”.
Esta es una condición de la amistad cabal, cada quien puede ser como es, sin aparentar,
sin artificios, sin actuaciones. El alma queda expuesta, y no hay temor al juicio
mortal.
Aunque Octavio Paz plantea que entre la amistad y el amor hay rasgos en común, establece sus diferencias, pero cataloga a ambas como pasiones raras, que no deben confundirse ni con amoríos ni con lo que vulgarmente se llama “amistades”. Dice más, dice que el amor es trágico y que la amistad es una respuesta a la tragedia.
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