domingo, 15 de febrero de 2015

Legado incoherente

El musgo se ha adueñado de las piedras. 
Quien lo hubiera dicho,  estaba allí como siempre, en espera del sol y del agua. La naturaleza siempre expresiva y  agradecida pero también sensible.
A ver si quieres un vaso de agua, me dices antes que me deshidrate, hace calor y no estás tomando suficiente líquido. Tu paso es lento y el mío rápido. En nuestras caminatas te espero impaciente pero te espero y a veces hasta te ofrezco mi brazo. Por la mañana tempranito te pregunto, ¿estás durmiendo?  Ya te desperté, pero estabas dormido. Entonces  haces el café, mientras busco los periódicos.
Las flores  han organizado un desfile  deslumbrante. Todas ellas espléndidamente vestidas de diversos tonos, especialmente las amapolas de color naranja muy brillante. Los mangos por su parte están florecidos a más no poder. Ojalá que las ventiscas de cuaresma no tumben sus flores o que las lluvias de abril no malogren sus pequeños frutos. El amor brota por donde quiere y por donde quiera, así es.
Me gusta escuchar el sonido de la llave cuando penetra la cerradura, eso me anuncia tu llegada, tu cara que se asoma cansina pero sonriente. Ya llegaste, ahora falta acomodarte. Hoy sigo mis afanes en silencio. Hoy no quieres caminar, prefieres explorar tu mundo interior después de un día caliente. Yo caminaré y hurgaré en  mi selva  interior al ritmo de una caminata.
De momento veremos las coquetas hojas primaverales de algunos árboles, que como  lentejuelas  verdes brillan después que fueron pequeños brotes color vino, que a su vez vinieron de palos aparentemente secos. La  floración no tardará en aparecer.  Ningún árbol pretende pasarse el año entero engalanado de flores ni cargado de frutas, tampoco sacude continuamente todas las hojas, más bien, con su sabia identidad y su vivencia del entorno va recorriendo su ciclo vital. Nunca es el mismo árbol aunque pase por las mismas estaciones.
Vamos a ver la luna llena que hoy está más llena que nunca, tan llena que su luz se rebosa en las nubes y sobre los techos de las casas. Mientras  tomas una copa de vino y yo un vaso de agua me cuentas cuando eras pequeño y se divisaban estrellas que hoy día ya no conocemos.
El árbol comunica, nos anuncia su tristeza cuando le falta el agua, si un viento fuerte lo embate pierde alguna de sus ramas. Expresa su alegría por medio de sus flores y satisfacción por medio de sus frutos. El sabe bien en su eterna sabiduría  que las semillas lo multiplicarán por doquier, y que hace falta perder las hojas  para prepararse para el invierno, descansar un poco del exterior y fortalecer sus raíces hacia el interior.  Ningún árbol espanta a los pájaros ni a las orugas, ellas de acuerdo a su especie vendrán y  reposarán. Aparentemente estáticos los árboles  trabajan y cumplen con su misión. El amor brota por donde quiera. 
Quizá algún día nos reencontraremos en París y no cuando uno de los dos muera como dice el lapsus linguae, volveremos a París como tantas veces, a recorrer sus calles anchas y también las estrechas, caminando, con el día dividido en dos, la mañana y luego la tarde noche.  
Dónde estaban antes las mariposas?, solo en tu imaginación. Has liberado muchas hasta ahora. Las crías para verlas libres y para que engalanen   tu jardín, pero solo cuando ellas quieren. Las despides y ellas vuelven y dan vueltas a tu alrededor, ya no temen. El amor brota por donde quiere.
El amor brota libremente por donde quiera. El amor brota en  tus  brazos y en mis manos, en el corazón de carne y en tu mente ancha, en todos los órganos de nuestro cuerpo que emanan salud, alegría y esperanza. El amor se crea y se recrea, se vive, se imagina, se siente, se esparce como semilla y crece y se multiplica.
Mujeres y hombres somos seres completos en interrelación con la naturaleza, con recursos inimaginables por explorar. Qué agradable y reconfortante es compartir esta solitaria y completa humanidad que somos cada ser. Somos con la naturaleza entera un  solo cuerpo. Su diversidad en nuestra diversidad, su ritmo es nuestro ritmo, sus etapas son las nuestras.  Abrazar la vida como un árbol, dejar que se posen otros seres en nuestras ramas, brindar nuestros frutos, dejar caer las hojas muertas y renacer con nuevos brotes  una y otra vez. Porque el amor brota sin cesar por donde quiera, imposible negarnos a la vida, imposible negarnos al amor.











domingo, 1 de febrero de 2015

De ratones y de gatos

Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato,  para oírlo cuando se acerque, y así  advertir sus amenazas, dijeron los ratones según la fábula.  Y es que los pasos de un gato son sigilosos, su cuerpo se agazapa, sus ojos se abrillantan y sus orejas se paran, cuando algo se mueve. 
Los ratones son más numerosos que los gatos, porque se reproducen más, pero los gatos  los mantienen a raya alcanzándolos con sus garras inmisericordes. Los gatos adultos son  unos señores con cierto dejo de amargue y cinismo. Se mueven con paso lento e indiferencia  a no ser que una presa les estimule su instinto cazador. Entre los gatos también hay castas y temperamentos. Hay gatos de maneras suaves y sedoso pelaje y también los hay maulladores y con la cara cortada por andar buscando pleitos por los callejones. 


Se sospecha que entre los gatos y los ratones se ha producido una sinergia. Tanto los ratones como los gatos hurgan en zafacones y basureros, la diferencia estriba en que los ratones se introducen dentro de la basura y  los gatos  la exploran con el hocico y las patas y no se ensucian. Los ratones entran y salen con nerviosismo, los gatos observan la operación y pueden salir ganando con la presa y el botín, es decir alzarse con el santo y la limosna.

Mientras que todo esto ocurre los humanos duermen  tranquilamente en sus camas,  catres o hamacas. Al día siguiente aparecen  varios ratones muertos,  y una que otra rata. Mientras que los gatos,  según su costumbre, duermen tranquilamente su sueño diurno sin casi ser molestados.

A veces los gatos se pelean unos con otros, pero  para evitar contiendas  comúnmente delimitan sus territorios con sus penetrantes y singulares orines. Una que otra vez, alguno de ellos, imprudente y ambicioso,  cruza la frontera convenida para perseguir una gata seductora. Al día siguiente no se hace esperar la evidencia: una oreja machucada y un ojo abollado, ¡para que respete!

Este submundo de  gatos y  ratones comienza a atemorizar a los humanos quienes tienen menos capacidad de reproducción  que esos animales. Dicen que los vecindarios se están llenando de gatos y ratones  que no los dejan dormir con sus chismes y peleas.  La habilidad de esos animales  es tal que han contagiado a muchos humanos con sus hábitos y maneras. Éstos por temor o por ambición han pactado con ellos y les han dejado tomar  el control.


¿Y ahora, quién pone cascabeles a esos gatos enseñoreados? Quién da cacería   a esos ratones  tan grandes, que como dice el pueblo parecen hombres?