Es difícil de lograr la justa medida, lo perfecto, las dosis
exactas para cada remedio. Siempre estamos deseosos del equilibrio pero cuánto
enseña y divierte el afán fallido del mismo. Lo que se ajusta por un lado parece desajustarse por el otro. Es como
cuando comes una tabla de dulce de leche, cortas un pedazo y luego sigues
comiendo sin fin con la excusa de
emparejar la línea del corte. El orden, el equilibrio, lo recto, incesante búsqueda.
Dice el refrán que tanto arregló el diablo a su hija que le
sacó los ojos. El afán continuo para que las cosas queden bien, no siempre trae
ese resultado. La ansiedad es mala
consejera, porque impulsa un movimiento irracional y descontextualizado de lo
que toca, de lo que manda el momento, de ése estar a la altura de las
circunstancias.
Si eres muy amoroso con tus hijos, qué maravilla, pero si a la
vez no haces exigencias y pones límites a sus reclamos puede que ser que se constituyan en cuervitos
que te saquen los ojos. Buscando una cosa se desequilibra otra. Tratando de que
algo no quede muy dulce resulta que le sale un agrito, pero qué rico y natural
puede ser ese toque agridulce. Siendo muy disciplinado se hace un poco rígida
la convivencia, intentando ser muy higiénico se evita que el cuerpo genere sus
defensas, pero que insoportable es la suciedad.
Queremos lograr un
equilibrio, pero éste es una utopía y en su búsqueda continua y con todos los filtros de la
personalidad se van produciendo
resultados muy variopintos. Buscando un efecto se logra otro. Conozco gente muy
organizada que vienen de hogares desorganizados y por el contrario, gente caótica
cuyas familias eran muy estructuradas en todas sus formas. No hay forma de
acertar porque a veces los excesos de algo producen defectos y éstos pueden
reproducirse también en el mismo sentido. De manera que no te sale ser sabichoso
y educar de la forma contraria a lo que quieres lograr para lograr lo que
quieres.
A veces sucede que intentando ser opaco en tus acciones para
que nadie te sepa, acabas siendo el más transparente. Puede que digas ser una
cosa contraria a la forma como te comportas solo porque huyes de la otra. Es
una forma inconsciente de equilibrio, jugarretas del alma. Afirmando ser libre puede que te ates a la más necia de las
esclavitudes.
Total que en cuestiones humanas la balanza sin
movimiento no existe, cualquier cosa la
mueve para uno u otro lado. La misma vida y sus actores se encargan de cargar
más un lado o el otro, y otra vez el derecho, y de nuevo el izquierdo, y así y
así, los humanos, la humanidad camina y avanza. Buscando lo auténtico, el equilibrio,
la verdad, la honestidad y la justicia, sin poder establecerlos del todo, sin
poder asirlos de una vez por todas. Solo nos queda vivir con alegre humor, con buena
voluntad y con al menos, un poco de conciencia.