sábado, 14 de diciembre de 2013

Mirar el prejuicio, vencer el prejuicio


Hace poco más de 22 años nació un niño que lleva por nombre Ramón Miguel (aunque no tiene acta de nacimiento), en razón de que nació a finales de agosto cuando se celebra la fiesta de san Ramón.  El Miguel es por su padre  Michel, que  es haitiano traído al país hace aproximadamente 30 años a una de esas zafras urgentes que se celebran cada año en diversas zonas de nuestra geografía.

Al terminar la zafra no fue devuelto a su país. Se estableció en un campito de la zona sur, se casó  y procreó varios hijos con su esposa haitiana,  el más pequeño es mi amigo Ramón Miguel. Durante todos estos años, vanos han sido los esfuerzos  de Michel para legalizar su estadía en el país. Cada vez que vienen las oleadas de persecución y repatriación su estómago se estremece. Solo ha vuelto a Haití una vez y en la frontera, los guardianes,  le quitaron parte del dinero que le llevaba a su madre enferma. Por temor a ser  deportado (ya que está  ilegal) se mantiene en bajo perfil. Por temor a que le denieguen su vuelta al país no ha vuelto a visitar sus parientes.

Ramón Miguel nuestro joven de 22 años se inscribió en la escuela de su campo a la edad reglamentaria sin acta de nacimiento, solo con el papel que le dieron a su madre en la clínica donde nació. Al correr de los años un señor de la zona donde vivía le prometió un acta de nacimiento donde él figuraba hijo de padres dominicanos, para que regularizara su status en la escuela. Casi a punto de graduarse de bachiller y tomar las pruebas nacionales fue descubierta la falsedad del acta de nacimiento y Ramón quedó de nuevo sin papeles y no pudo tomar las pruebas, por tanto no tiene título de bachiller para entrar en la universidad a seguir su sueño de ser médico.

Nuestro joven es un muchacho  inteligente, educado, trabajador, fácil de sonrisa, comprensivo de las leyes, pero no entiende por qué él que nació hace 22 años en este lado de la isla,que nunca se ha movido de aquí, que habla como la gente de este lado, que sus amigos son dominicanos, no puede legalizar su status como lo que es: hijo de padres inmigrantes pero nacido y criado en RD.

Tengo una amiga dominicana que se fue ilegal a España y poco a poco fue regularizando la situación de sus 5 hijos que ya son españoles igual que ella. Tengo otra que se fue a los Estados Unidos, sus hijos nacieron allá y son americanos, a través de ellos regularizó su status. Los movimientos migratorios son indetenibles en todo el planeta. Los países se necesitan mutuamente. Esos puestos de trabajo  tenidos a menos por los nacionales de un país, ya sea por la dureza de la labor o por la baja de la paga, son ocupados por ciudadanos de otros países  que en el  impulso vital se trasladan igual que lo hicieron sus congéneres hace miles de años.
   
Comprender la situación de los inmigrantes en general  es menos difícil para el que lo ha sido o tiene algún pariente con esa condición. Tener cariño o relación de amistad con un inmigrante hacia el cual existe algún prejuicio, a veces funciona como quebrador de tal prejuicio. Hay muchas historias conmovedoras de relaciones afectivas de tú a tú entre bosnios y serbios, o entre palestinos e israelíes, donde en el principio existió un prejuicio. El asunto consiste en aventurarse al amor que a veces es cosa de  “locos” que pierden el miedo.  El problema son las naciones y sus intereses y prejuicios convertidos en leyes de estado al vapor.

Mientras que, se conocen los casos uno por uno de personas nacidas aquí  cuando otras eran las leyes¸ se controla el tránsito fronterizo, se regulan los empleos,  se trabajan las relaciones binacionales, trabajemos también nuestras creencias arcaicas, aquellas que nos han transmitido de generación en generación, que no cuestionamos   y que nos llevan a actuar de forma automática. O no es verdad que los  motivos de la reciente sentencia del tribunal constitucional, además del orden, la legalidad, es también un vergonzoso prejuicio?  Es fácil ver las atrocidades de la humanidad en retrospectiva y cuando estamos fuera, pero que difícil resulta  enfrentarlas cuando somos los actores de turno.   

Así como Ramón Miguel hay muchísimos otros y otras, que son solo de aquí, no pertenecen a ningún otro lugar. Dice Amin Maalouf en su libro Identidades Asesinas que “para ir con decisión en busca del otro, hay que tener los brazos abiertos y la cabeza alta, y la única forma de tener los brazos abiertos es llevar la cabeza alta”. En el fondo cuando nos encerramos en nuestro color, clase, creencia, nación etc… estamos  impedidos de Pensar y entrar en reciprocidad con el otro, es decir  cruzamos los brazos. Llevar la cabeza alta, ¿no es símbolo de autoestima,  seguridad personal y ausencia de miedo ?


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