domingo, 29 de diciembre de 2013

Días navideños

Casi termina diciembre, pero todavía queda el olor de las mandarinas, los turrones y pasteles en hoja. Quisiéramos prolongar la alegría y el cariño especial que se cuela en el aire.La navidad nos invita a la tregua de las inconformidades, protestas y los conflictos personales. En aras de la concordia, la vida pudiera transcurrir  en un nirvana de luces de colores, comilonas, cohetes, donaciones y nuevos atavíos. Escuchamos  villancicos navideños mientras mecemos recuerdos que se convierten en sonidos tenues pero  insistentes, que vienen del alma y sus agujeros. Entramos y salimos de la casa. Al salir nos ensanchamos, al entrar nos abrigamos de nuevo en la intimidad.  

No es propicia la navidad  para plantearnos problemas existenciales ni asuntos trascendentales sin solución. Tampoco para lamentarnos al amparo de este  cielo tan azul y tan claro, de lo que durante el año no pudimos realizar. No es propicia la Navidad para problematizarnos, ni desesperanzarnos, ya enero dirá los desafíos que hay que acometer.
Permitamos que la frescura de la brisa nos penetre al corazón, lo desempolve y  acune. Quien sabe,  si ya limpio y mecido como niño recién bañado, rompe a lloriquear tranquilamente por los treinta años,  veintiuno, once, seis, cinco, tres y uno, en los que ha permanecido absorto y encogido.  

Permitamos que la navidad nos devuelva el anhelo de ser más humanos. Dejemos que fluya este deseo de ser más generosos y justos. Que  la Navidad en su multiplicidad de colores, matices e intensidades nos lleve a columpiarnos junto a los que queremos en un continuo ir y venir donde nunca sabemos cuál es la ida y cuál la vuelta.
Permitamos hacernos más sensibles a los derechos y las dignidades de nuestros congéneres, más proclives a la tolerancia y a la aceptación paciente del  otro. Arreglemos nuestro establo interior para acomodar 
al Niño Dios junto a las mejores vivencias del presente y a los recuerdos de familiares y amigos que se fueron. Todo esto será  combustible para cuando escaseen los recursos y las fuerzas.




domingo, 22 de diciembre de 2013

Jesús nació pobre, pero no miserable

En esta época celebramos el nacimiento de Jesús en una gruta de Belén, porque “no había sitio en la posada”. Miles de peregrinos, según cuentan algunos de los evangelios, se trasladaban a la ciudad de sus padres para el censo convocado por el césar romano. Belén es una ciudad llena de grutas, es probable que muchos otros peregrinos pararan en grutas porque la pequeña ciudad de Belén estaba congestionada. María y José los padres de Jesús eran pobres, pero en su ciudad, Nazaret, no padecían la pobreza extrema de los mendigos, los sin techo, enfermos desahuciados, no, el padre de Jesús era carpintero. Es decir era obrero, trabajaba y ganaba para el sustento. Quizá era pobre porque no era rico, ni pertenecía a las clases dominantes de su tiempo, pero no era un mendigo, ni un miserable en la acepción de Víctor Hugo.

Los cristianos valoramos la pobreza porque entre otras cosas ella significa desapego, capacidad de compartir con otros porque ellos nos necesitan y a su vez los necesitamos. La riqueza es muy criticada en los evangelios porque muchas veces viene acompañada de angurria y egoísmo. La miseria es otra cosa, a diario constatamos cómo la miseria llega a deteriorar la persona, su cultura y sus valores. Pero eso mismo sucede con la mucha riqueza. El pobre extremo pierde capacidad de lucha, de planificación y previsión; su persona se ve amenazada constantemente. El rico extremo cree que todo lo puede y le es permitido, pierde sensibilidad y contacto con la realidad.
La búsqueda  de la riqueza se torna en una adicción. Hay que vender más cada día para ganar más. En los negocios no se permite quedar empate, eso está en contra de la cultura de la empresa. Hay que ganar más que el año pasado, aunque sea a costa de que haya más pobres, o de que se perjudique el medio ambiente. Hay que vender más  aunque sea bajando la calidad a los productos.
Por su parte la pobreza extrema  te hunde como en un charco de lodo; no hay manera de salir a no ser que un ángel milagroso te salve. Los intentos de emerger son infructuosos porque no tienes cómo agarrarte ni apoyarte. Puedes sobrevivir con el poco de agua, comida y mala educación que vienen a  traerte a tu charco algunos aprovechados. Esos  mismos  que luego te traerán las urnas para que los reconozcas y eches el voto por ellos.
No se puede construir una democracia en una sociedad de miserables y ricos extremos. No hay espacios de encuentro comunes, no se pueden discutir asuntos de interés mutuo. Los intereses del rico extremo superan toda lógica y racionalidad.  No hay impuestos que valgan, no hay derechos ni deberes, no hay deudas que puedan honrarse, no hay altruismos sin segundas intenciones. Las acciones del rico extremo se colocan en una categoría que va más allá del bien y el mal.Al fuego del  amor por el dinero, sus apetencias herven como la  leche hasta rebosar.Su fortuna es directamente proporcional a su insensibilidad para conseguir sostenerla a cualquier precio.
Por su parte el interés del pobre extremo no va más allá del próximo minuto. Tiene la percepción de que su vida no vale nada, por eso se expone sin pudor a todos los peligros o se cruza de brazos esperando la muerte. Cree que su dignidad se la comieron los ratones, por eso se arrastra en busca de  dádivas o se vende al mejor postor.
La pobreza y riqueza extremas es una de las claves para entender por qué el narcotráfico,  sicariato, la prostitución encuentran en nuestras sociedades latinoamericanas tan fácil cultivo. Y es que la riqueza  y la miseria se encuentran en ese punto donde suelen encontrarse los extremos para darse la mano: en un deterioro del aprecio por lo humano, por la  vida humana. Algunos  pequeños narcotraficantes de drogas experimentaron la pobreza extrema. Surgieron de uno de esos  charcos de lodo. Sufrieron abusos extremos que le comieron su sistema de valores.  
Valorar la pobreza como la posibilidad de apertura hacia el otro, como posibilidad de poner el foco en ser humano, es un acierto del cristianismo. A esta la llamamos pobreza de espíritu. Pontificar sobre la pobreza es peligroso.Querer que haya pobres para seguir el proceso de acumulación de riquezas es una distorsión aberrante del mensaje de Jesús quien se compadeció de los miserables hasta el extremo de querer  liberarlos de esa miseria que él no compartía.   
Ojalá que en el año 2014 podamos regular la reproducción de  pobres y ricos extremos y disponer  de  políticas sociales efectivas, de un sistema judicial veraz,  eficaz  y de una educación de calidad para todos sobre todo para los más pobres. De otra forma olvidemos la democracia y demos la bienvenida para un buen rato a  la dictadura de los narcos, de la delincuencia o de cualquier otra forma  de barbarie.


sábado, 14 de diciembre de 2013

Mirar el prejuicio, vencer el prejuicio


Hace poco más de 22 años nació un niño que lleva por nombre Ramón Miguel (aunque no tiene acta de nacimiento), en razón de que nació a finales de agosto cuando se celebra la fiesta de san Ramón.  El Miguel es por su padre  Michel, que  es haitiano traído al país hace aproximadamente 30 años a una de esas zafras urgentes que se celebran cada año en diversas zonas de nuestra geografía.

Al terminar la zafra no fue devuelto a su país. Se estableció en un campito de la zona sur, se casó  y procreó varios hijos con su esposa haitiana,  el más pequeño es mi amigo Ramón Miguel. Durante todos estos años, vanos han sido los esfuerzos  de Michel para legalizar su estadía en el país. Cada vez que vienen las oleadas de persecución y repatriación su estómago se estremece. Solo ha vuelto a Haití una vez y en la frontera, los guardianes,  le quitaron parte del dinero que le llevaba a su madre enferma. Por temor a ser  deportado (ya que está  ilegal) se mantiene en bajo perfil. Por temor a que le denieguen su vuelta al país no ha vuelto a visitar sus parientes.

Ramón Miguel nuestro joven de 22 años se inscribió en la escuela de su campo a la edad reglamentaria sin acta de nacimiento, solo con el papel que le dieron a su madre en la clínica donde nació. Al correr de los años un señor de la zona donde vivía le prometió un acta de nacimiento donde él figuraba hijo de padres dominicanos, para que regularizara su status en la escuela. Casi a punto de graduarse de bachiller y tomar las pruebas nacionales fue descubierta la falsedad del acta de nacimiento y Ramón quedó de nuevo sin papeles y no pudo tomar las pruebas, por tanto no tiene título de bachiller para entrar en la universidad a seguir su sueño de ser médico.

Nuestro joven es un muchacho  inteligente, educado, trabajador, fácil de sonrisa, comprensivo de las leyes, pero no entiende por qué él que nació hace 22 años en este lado de la isla,que nunca se ha movido de aquí, que habla como la gente de este lado, que sus amigos son dominicanos, no puede legalizar su status como lo que es: hijo de padres inmigrantes pero nacido y criado en RD.

Tengo una amiga dominicana que se fue ilegal a España y poco a poco fue regularizando la situación de sus 5 hijos que ya son españoles igual que ella. Tengo otra que se fue a los Estados Unidos, sus hijos nacieron allá y son americanos, a través de ellos regularizó su status. Los movimientos migratorios son indetenibles en todo el planeta. Los países se necesitan mutuamente. Esos puestos de trabajo  tenidos a menos por los nacionales de un país, ya sea por la dureza de la labor o por la baja de la paga, son ocupados por ciudadanos de otros países  que en el  impulso vital se trasladan igual que lo hicieron sus congéneres hace miles de años.
   
Comprender la situación de los inmigrantes en general  es menos difícil para el que lo ha sido o tiene algún pariente con esa condición. Tener cariño o relación de amistad con un inmigrante hacia el cual existe algún prejuicio, a veces funciona como quebrador de tal prejuicio. Hay muchas historias conmovedoras de relaciones afectivas de tú a tú entre bosnios y serbios, o entre palestinos e israelíes, donde en el principio existió un prejuicio. El asunto consiste en aventurarse al amor que a veces es cosa de  “locos” que pierden el miedo.  El problema son las naciones y sus intereses y prejuicios convertidos en leyes de estado al vapor.

Mientras que, se conocen los casos uno por uno de personas nacidas aquí  cuando otras eran las leyes¸ se controla el tránsito fronterizo, se regulan los empleos,  se trabajan las relaciones binacionales, trabajemos también nuestras creencias arcaicas, aquellas que nos han transmitido de generación en generación, que no cuestionamos   y que nos llevan a actuar de forma automática. O no es verdad que los  motivos de la reciente sentencia del tribunal constitucional, además del orden, la legalidad, es también un vergonzoso prejuicio?  Es fácil ver las atrocidades de la humanidad en retrospectiva y cuando estamos fuera, pero que difícil resulta  enfrentarlas cuando somos los actores de turno.   

Así como Ramón Miguel hay muchísimos otros y otras, que son solo de aquí, no pertenecen a ningún otro lugar. Dice Amin Maalouf en su libro Identidades Asesinas que “para ir con decisión en busca del otro, hay que tener los brazos abiertos y la cabeza alta, y la única forma de tener los brazos abiertos es llevar la cabeza alta”. En el fondo cuando nos encerramos en nuestro color, clase, creencia, nación etc… estamos  impedidos de Pensar y entrar en reciprocidad con el otro, es decir  cruzamos los brazos. Llevar la cabeza alta, ¿no es símbolo de autoestima,  seguridad personal y ausencia de miedo ?