lunes, 21 de octubre de 2013

Vocación de plenitud

Los  seres vivos  nacen, crecen,  se multiplican y mueren. ¿Quién de nosotros alguna vez no recitó esta oración de memoria? Tanto la repetimos que algunos se han limitado a esas funciones vitales y ya recorridas las dos terceras partes de la vida , esperan solo la muerte.
A diferencia de las plantas y los animales el ser humano es el único ser vivo que nace, crece,  no siempre se multiplica, pero  sigue creciendo  en conciencia, sabiduría…
En la naturaleza y en las plantas podemos encontrar reflejados  nuestros ciclos vitales. Continuamente estamos cambiando. Nuestros ciclos se parecen a la primavera, verano, otoño e invierno. Nuestras estaciones personales no son tan simétricas como las naturales. Hay inviernos que duran años y primaveras fugaces. Sin embargo, los inviernos expanden la conciencia y permiten vivir  a plenitud la primavera.
Los seres humanos no nos movemos en línea recta, ni hacemos escaladas constantes, a veces nos detenemos y otras  retrocedemos; caminamos  haciendo zigzag y  tenemos continuamente oportunidades de renovarnos y crecer. Después de multiplicarnos no morimos irremediablemente como lo hacen algunas  plantas, podemos seguir descubriendo nuestro potencial que no  nos ha sido revelado tan claramente como a un animal o a una planta. No estamos predeterminados, podemos seguir explorándonos hasta el fin de esta vida y descubriendo nuevas  facetas.
La cultura, que tantas posibilidades nos ofrece también puede limitarnos. Sin embargo, la conciencia nos interpela y esa capacidad exploratoria propia de todos los humanos  nos invita a redescubrirnos. Darnos por requeteconocidos y sabidos a nosotros mismos es como morir en vida, pretender que conocemos  exhaustivamente a los otros los paraliza y encuadra.  
Los sentidos nos acompañan siempre, en nosotros está la decisión de afinarlos, explorando nuevos sabores, olores, texturas, sonidos, visiones. El ser humano es el único ser vivo que puede renovarse a conciencia aun en la vejez. Aprender  un  idioma, intentar desarrollar una habilidad,  servir a los demás, interesarse por cosas nuevas, hacer nuevas  amistades,  es como abrir nuevos  caminos cerebrales. De esta forma  estamos haciendo pleno nuestro ciclo vital como seres humanos,  que no es tan sencillo como el del resto de los seres vivos.  


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