En la constante búsqueda de la verdad se requiere tanto participar desde dentro, como alejarnos y mirar desde afuera. La permanencia
continua en un contexto puede obnubilar
la mirada e impedir observar la
realidad con cierta objetividad. Juzgarla desde afuera sin involucrarnos,
nos pudiera colocar en una posición pedante, de pretendida asepsia y poco
comprometida.
Muchos dominicanos
podrían entender como natural, carecer de servicios de agua y de electricidad; como
normal el desorden en las calles, la basura tirada y las
fortunas acumuladas en tan poco tiempo.
Sólo el que se encuentra fuera del partido del gobierno
puede darse cuenta de lo absurdo que es iniciar una campaña política para
derrotar al candidato de la facción del presidente que a su vez es de su mismo
partido.
En la familia por
ejemplo, los jóvenes necesitan alejarse de ella para valorarla. Han
crecido en una familia, la única para ellos. La familia los ha afectado y los
ha condicionado a mirarla con absolutismos temporales de acuerdo a sus
necesidades y conveniencias. Ninguna familia es perfecta para nadie. Todas sin
excepción tienen sus tensiones y dejan sus carencias. Estar dentro de ella permite catalizarla, mirarla desde fuera
capacita para valorarla más objetivamente.
De igual manera pudiera ocurrir con la iglesia
católica. Aquellos que han tomado distancia física o mental pueden
apreciar con mayor claridad los cambios necesarios que tienen que ocurrir para
dar respuestas a las necesidades profundas de la gente de nuestro tiempo.
La institución escolar no es la excepción. Ofrecer a los
maestros y directivos la posibilidad de
ver su escuela y su desempeño desde la lejanía les ayuda a visualizar los
cambios necesarios para revitalizar su ejercicio en favor de la educación de
niños y jóvenes.
En fin que lo más sano para nosotros y para la realidad
es aprender a movernos de forma permanente dentro del continuum dentro-fuera
para impedir la esclerosis del pensamiento, la conciencia y la acción. De entrada lo
sabemos: que estar permanentemente afuera nos resta autoridad y nos hace
nihilistas y a veces sarcásticos. Que estar sumergidos en una realidad
nos puede llevar al ahogo por falta de oxígeno, fanáticos por la
seguridad que nos proporciona el atarnos a una posición que creemos
incuestionable y embotados por no encontrar nada ni nadie que nos estimule a pensar crítica
y creativamente.