domingo, 6 de septiembre de 2015

Somos un pueblo que camina

Después de una larga tregua veraniega vuelvo a mis andanzas escriturales como una forma de organizar mi pensamiento para entender y entenderme, comunicarme y dialogar en medio de este mar de sargazos donde nadar es difícil, mucho màs llegar a puerto, limpio y sin enredos.

Los primeros habitantes del planeta se movían por entre el mismo según necesidades, encontrando como obstáculos solo animales y lianas. Por este instinto migrante fueron poblando la tierra y diferenciándose unos de otros como mecanismo adaptativo. A la vez el instinto sedentario fue construyendo asentamientos alrededor de los ríos y en las tierras más feraces. Sin embargo el ser humano nunca paró de dejar a su padre y a su madre para buscar mejor vida. 



De las frías estepas llegaron a las tierras más calientes del mediterráneo, del oeste vinieron al este a través de embarcaciones y en largas caminatas. Ha sido así a lo largo de la historia, el movimiento es lo permanente como una respuesta a nuevas necesidades. Cuando los ingleses, alemanes emigraron a tierras de Norte América para establecerse y comenzaron a repartirse las tierras, algunos de los siouxs originarios que no querían someterse a ese injusto reparto,  emigraron más al norte a costa de enfermedades  y calamidades. Cuando los españoles emigraron en busca de oro  impusieron  sus costumbres y leyes, nuestros aborígenes no pudieron emigrar a su vez, sino que sucumbieron a las enfermedades y debilidad corporal y espiritual.

No han parado las migraciones por este mundo ancho pero cada vez más ajeno (Ciro Alegría). Ya las tierras están tomadas, entonces los emigrantes se sienten muchas veces entre callejones sin salida. La oleada migratoria de los últimos meses desde Africa y Asia hacia Europa es una muestra bien documentada y sin precedentes  de vocación migratoria del ser humano. Sin excepción, ningún país del mundo está exento de la emigración. Rusos, franceses, alemanes por ejemplo, vienen a estas tierras tropicales buscando nuevas sensaciones y nuevos paraísos donde encontrar placeres, disfrutar sus fortunas o simplemente encontrar calor y paz.

De Suramérica hemos recibido argentinos y venezolanos y ellos mismos nos han recibido a nosotros en diferentes momentos de los últimos 40 años. Nosotros los dominicanos hemos migrado en masa a USA, a España y últimamente a Canadá que ha abierto sus puertas de forma reglamentada a profesionales dominicanos. Nosotros, país pobre y en desarrollo hemos traído y recibido a los haitianos, en su momento no regulamos esta migración y ahora queremos resolver en meses lo que se ha instalado como cultura migratoria durante años. El problema de esta migración es el componente histórico, político y racial que comporta.

Nuestro problema es viejo y no sembrado por Duarte, Sánchez y Mella como se quiere hacer aparecer, sino capitalizado por Trujillo que en el fondo prevalece en el inconsciente de algunos dominicanos que sin darse cuenta lo toman como ejemplo: lo que él dijo, lo que hizo, lo que avizoró. El tirano abrió las puertas del país a diferentes migraciones: japoneses, judíos y españoles, con la intención en parte de “blanquear” la raza (su mal querida etnia), a la vez ordenó la matanza de haitianos en un gesto profundamente racista y nacionalista, actitudes que normalmente viajan juntas.
   
Ambos a dos,  Bosch y Saramago explican la actitud clasista y racista de Trujillo. En su libro “Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo”, Bosch  expresa que “Trujillo confunde al pueblo dominicano con él, lo que importaba al dictador  no era liquidar la tradicional división de castas del país, sino hacerlas depender de su persona. Pudo haber procedido con una visión nacional y progresista del mal que había sufrido, y en ese caso hubiera usado su poder en eliminar los clubs del país y arrancar para siempre la semilla de la división”.   En un escrito sobre las migraciones Saramago da en el clavo del porqué de esa actitud de Trujillo, cuyos ancestros fueron pobres emigrantes de Haití: “Aquel que antes fue explotado y perdió la memoria de haberlo sido, acabará explotando a otro. Aquel que antes fue despreciado y finge haberlo olvidado, refinará su propia capacidad de despreciar”.
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La teconología y los medios de comunicación masivos, nos permiten informarnos instantáneamente y documentar fotográficamente la calamidad de las guerras y la pobreza, dos de las principales causas de la migración. Es relativamente más fácil mirar el fenómeno migratorio desde lejos. Ojalá que esas imágenes nos sirvan para encarar el nuestro con sensibilidad, razonabilidad, institucionalidad y sentido práctico. A la vez, digamos NO a todo gesto o perorata nacionalista que lo que busca es  sazonar nuestros miedos atávicos, y que cultiva ese trujillismo (complejos, racismo, autoritarismo) que no acabamos de exorcizar.