Cometer un asesinato es un acto abominable. Cometer muchos
asesinatos solo lo explica un enorme trastorno mental, aunque se esté o no asociado
a un grupo terrorista. Los trastornos mentales tienen grados y también variadas
etiologías y a veces combinaciones de ellas. Una de ellas es la educación y el
componente religioso de la misma, que ha contribuido a tatuar unas
creencias sobre el ser humano que a
veces lo vuelven enemigo de sí mismo y de otros.
Todavía hay grupos cristianos no católicos y católicos que
utilizan la palabra conversión, no para nombrar un cambio desde menos
consciencia a más consciencia, o desde menos libertad a más libertad, o desde más apegos a menos apegos, sino un cambio de
una religión a otra o de unas prácticas religiosas más flexibles a otras más
estrictas. Recuerdo cuando era pequeña, se usaba una estrategia de conversión
que se llamaba “Las misiones”, que se basaba en la creencia por ejemplo, que los
chinos en la China, eran impíos porque eran budistas y había que convertirlos. Brigadas
de occidentales viajaban a oriente a pasar penurias bajo la creencia de que
había que conquistar almas para el cielo, donde supuestamente solo había almas
cristianas.
Entonces, es verdad que ha existido en algunas religiones
este afán de conquistar paganos. Parte de este empeño puede explicarse en que
siendo las creencias religiosas algo tan subjetivo, mientras más personas crean
lo mismo y de la misma manera, más seguridad se sentirìa en la creencia de que tanta gente
no puede estar equivocada. Otra razón
para emprender la conquista es el deseo de uniformar la sociedad en
cuanto a costumbres y valores que haría supuestamente más fácil la convivencia
social y el control. Esto último añade el ingrediente del poder y por tanto del sometimiento.
La religión cristiana, por ejemplo, asume unos ideales de vida
que se convierten en la aspiración máxima de todo correligionario, ideales no
siempre alcanzables debido a la condición humana. Algunas almas quedan
frustradas por no poder cumplir con estas normas y exigencias. Vienen las
culpas y con ellas la búsqueda de culpables, los abatimientos y las tristezas.
Un alma que ha sido sometida de forma continua a alcanzar una medida
imposible tiene dos alternativas: la
frustración o la evasión.
La verdadera humildad trata de mirar de frente y con tranquilidad, tanto las potencialidades como las limitaciones humanas, y esto contribuye con la salud mental. Por eso Jung dice que la humildad es una condición
básica para las relaciones comunitarias humanas. Nada tiene que ver con humildad
un espíritu frustrado y acongojado. La humildad es una virtud relativa a lo
humano, tanto que ambas palabras tienen la misma raíz, pero en algunas agrupaciones cristianas humildad
se ha confundido con minusvalía. Por su parte la evasión es una acción por
medio de la cual bordeas tu realidad y te colocas en un mundo ficticio y mitómano,
donde al primero que hay que mentir, es a uno mismo.
La Espiritualidad desde Abajo, enfoque espiritual propugnado
por el monje benedictino Anselm Grun entre otros, “toma muy en serio la terrenalidad del ser
humano”. Mientras que la Espiritualidad desde Arriba, es decir desde los
ideales busca someter y dominar las
pasiones humanas, la otra busca reconciliarse con ellas, entender su lenguaje
cifrado. Y no es que son negativos los ideales, ya que ellos señalan metas y
utopías que animan el caminar, sin
embargo su peligro consiste en empecinarse con los ideales y llegar hasta el autocastigo y la amargura
para poder alcanzarlos.
Las religiones (o partidos políticos), sus exigencias y
obligaciones a toda costa (aun obviando la condición humana), invitan a veces a
surcar la vida en un cohete. Tanto la tendencia frustratoria como la evasiva,
contribuyen a generar trastornos mentales, que se fraguaron detrás de los
errores y sentimientos escondidos o
retorcidos para evitar que salieran. Si la religión ha de ayudar a un crecimiento
espiritual debe contar con lo auténticamente humano y nada de esto le debe ser ajeno.
He conocido personas sometidas a una educación religiosa muy normativa y férrea que combinada con otros factores les han producido trastornos, no al colmo
de matar, pero si mucha agresividad, intolerancia y miedos. Sin embargo he
conocido muchas personas que fruto de una educación espiritual bien llevada y
acompañada han crecido humanamente, se han hecho más compasivas y tolerantes,
han construido el sosiego en su alma, no producto de la evasión, sino de la
comprensión de que Dios es amoroso con todos y cada uno y hace llover y salir
el sol sobre todos y cada uno sin distinciones de nada. Por tanto es posible
mirarte tal cual eres y mirar a los otros sin juicios separatistas, ni espadas
flamígeras, mirar a los otros como Dios los ve.