Ahora me doy cuenta que este año recién pasado me permitió darme cuenta de
que:
-Hay multitud de mariposas nocturnas diferentes, que son
formas evolutivas de lidiar con el ambiente. Antes sencillamente veía maripositas
de lámpara dando vueltas o molestando sin detenerme a mirarlas en sus formas,
diseños y colores. Cuando finalmente miras algo ya no hay marcha atrás, quieres
conocer más.
-Hay una inteligencia intrínseca en el mundo animal y en
el vegetal, sospecho que también la hay en el humano, aunque la racionalidad la
haya mutilado.
-Los zumbadores son recurrentes cada cierto tiempo a las mismas
flores, porque cada cierto tiempo las flores producen nuevamente más néctar para alimentarlos
y ellos a cambio las polinizan para que continúen su ciclo vital.
-En mi corazón hay muchas estancias (me parece haber
oído esto antes) y en ellas muchas personas pasadas, (vivas o muertas) y
presentes. Hay estancias que se activan por épocas, hay estancias que se comunican
y personas que pasan de una a otra como de visita. No mueren las personas en
esas estancias, están vivas, aunque sea en estado de hibernación.
-Los años pasan por el cuerpo pero el alma se remoza permanentemente. El alma (como si fuera un alter
ego) se consuela así misma, se hace tolerante, se mira con ojos de
piedad, se ríe al mirarse tan vulnerable y todavía en proceso de conocer.
-La felicidad no se persigue, se experimenta en un estado de inocencia donde acoges con alegría, admiración y agradecimiento los dones de la vida, sin extrañar aquellas cosas que por el momento no son para ti.
Por ahora de eso me voy dando cuenta, no por leer ni oír
charlas, sino por experimentar con el corazón, con el alma y con la mente, con todo mi ser.