Ahora me doy cuenta que este año recién pasado me permitió darme cuenta de
que:
-No es lo mismo recorrer un sendero a la ida que a
la vuelta. Es el mismo camino pero la visual y el tiempo cambia y por tanto las
experiencias también. Esto aplica para las calles, callejones, trillos y
carreteras. No hay que dormirse ni yendo ni viniendo, todo lo contrario hay que
estar alertas y dejarse sorprender.
-Hay multitud de mariposas nocturnas diferentes, que son
formas evolutivas de lidiar con el ambiente. Antes sencillamente veía maripositas
de lámpara dando vueltas o molestando sin detenerme a mirarlas en sus formas,
diseños y colores. Cuando finalmente miras algo ya no hay marcha atrás, quieres
conocer más.
-Hay una inteligencia intrínseca en el mundo animal y en
el vegetal, sospecho que también la hay en el humano, aunque la racionalidad la
haya mutilado.
-Para llegar a ser mariposa se requiere de un proceso largo de transformación continua, sin prisa pero en marcha. Las mariposas diurnas duermen de noche debajo de las
hojas, camuflajeadas para no llamar la atención de sus posibles depredadores,
las mariposas nocturnas lo hacen durante el día. Día y noche las flores tienen
compañía.
-Los zumbadores son recurrentes cada cierto tiempo a las mismas
flores, porque cada cierto tiempo las flores producen nuevamente más néctar para alimentarlos
y ellos a cambio las polinizan para que continúen su ciclo vital.
-No puedo realizar todas las ideas que se me ocurren, hay
cosas que les basta con ser pensadas, otras que les basta con ser escritas y otras que hay que llevarlas a cabo para poder vivir, ellas te demandan realización, aunque
sea paso a paso, tú sola, o con otros y otras.
-Hay cosas en la vida que se diluyen como un terrón
de azúcar en una tizana, el que se diluya no quiere decir que no exista, es que
tiene otra forma de existencia.
-En mi corazón hay muchas estancias (me parece haber
oído esto antes) y en ellas muchas personas pasadas, (vivas o muertas) y
presentes. Hay estancias que se activan por épocas, hay estancias que se comunican
y personas que pasan de una a otra como de visita. No mueren las personas en
esas estancias, están vivas, aunque sea en estado de hibernación.
-Los años pasan por el cuerpo pero el alma se remoza permanentemente. El alma (como si fuera un alter
ego) se consuela así misma, se hace tolerante, se mira con ojos de
piedad, se ríe al mirarse tan vulnerable y todavía en proceso de conocer.
-La felicidad no se persigue, se experimenta en un estado de inocencia donde acoges con alegría, admiración y agradecimiento los dones de la vida, sin extrañar aquellas cosas que por el momento no son para ti.
-Es el mismo sol el que se va al atardecer para dar paso a la luna y las estrellas, sí, el mismo que cada mañana nos alegra con su eterna sonrisa.
Por ahora de eso me voy dando cuenta, no por leer ni oír
charlas, sino por experimentar con el corazón, con el alma y con la mente, con todo mi ser.